miércoles, 11 de mayo de 2011
Hedoné, la pasión a veces muerta que portamos.
No más que placer por placer, placer por bien, ahogo placentero, lejos del acierto y lo certero. Pero gustosos son los cuerpos de nosotros mismos, por sentir y querer palpar la consumación del hedonismo más extremo. Qué es el placer sin gusto, ni afecto, ni cariño, más que nada, placer solo y soso que ni siquiera completa una pasión a medias y sin terminar. Epicuro plantó una semilla sagrada, al día siguiente malinterpretada por la mente de un hombre que en su inconsciencia vive, al no encontrar una felicidad cercana que ante el se esconde. Pero luego se piensa en el descanso que renueva el alma, en ese gozo nutritivo que las hadas de lo sabroso te dan a probar con sus polvos mágicos y descansados; entonces eso es otra cosa, algo distinto, pero igualmente sin amor alguno. Hedonismo que la sociedad prueba, placer que poco a poco de la verdad te aleja, placer que ciega. Su utilidad solo existe como condimento que da sabor a una vida insípida, pero hay que tener en cuenta que esto no disfrace el sabor de ésta misma, la vida como plato, como ingrediente incambiable, placer como opción a probarlo, pero no como obligación continua, placer como alcohol que no llega a destruir la sobriedad. Hedoné perturbador que envuelve el intelecto en la más cómoda calidez de la persuasión más falsa, en el interior de un pensamiento moribundo que cree estar en la vitalidad más joven, a ti te pregunto ¿tenemos que seguir buscándote con ansias de poseerte? Si te poseemos, sería como tener algo muy caliente en las manos en invierno, sería como pasar del frío al averno, nos calienta, pero al instante siguiente nos quema y abrasa. En demasía resulta inútil y demoledor, seca al corazón al no tener amor y desearlo consumiendo la fuente del placer, contaminando los campos del alma más inocente. No se ha de buscar otra cosa en el placer que el cariño del placer, pero sin embargo, no es nada divino ni innato, es algo que debe ser experimentado a través del pensar más tranquilo, sereno, sosegado encima del mar de la quietud más pausada y relajada, sino no funciona para nada.
Gracias. Carlos García Claros.
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