martes, 14 de enero de 2014

Hueco


Un hueco, un enorme hueco, mayor que el tiempo que llevo sin publicar nada que se reduce a un mero trimestre. El pensamiento humano es sorprendente, el simple hecho de poder formar palabras, argumentos, razonamientos exquisitos dentro de nuestra cabeza, en ese hueco que une lo simple y lo infinito, ya nos hace perfectos. 

Dentro de nuestras conexiones neuronales sinápticas electro-bioquímicas se puede encontrar incluso el amor, el sentimiento y la morfología de nuestro ser. Poder convivir con nuestro cerebro es uno de los mayores progresos evolutivos que hemos podido conseguir, allí dentro, donde una neurona se une con otra podemos inclusive desdoblar nuestra personalidad, desplegarnos y pensar en pasado, presente y futuro.

En ese hueco rememoramos olores, pasiones, momentos, tristezas, ilusiones, proyectos, con un simple chasqueo de la naturaleza podemos replegar nuestro miedo, impulsar nuestra voluntad y destruir las barreras que limitan nuestra mente. 

Desde dentro nuestro podemos catalogizar el infinito espacio interdimensional, comprender la relatividad absoluta, observar y teorizar sobre lo cuántico e inclusive crear cosas que antes jamás hubieran existido. Mientras respiras, vives, lees, tu cerebro produce los estímulos y plasma la información que recibe a través de tus ojos en menos de lo que tu puedas cerrar esta página. 

Me pregunto ¿Cómo es posible que nuestras funciones puedan llegar tan lejos? ¿Cómo es posible que hayamos llegado tan lejos a nivel biológico? ¿No es una pena vivir en un mundo arruinado a pesar de tener un sistema anatómico rico y dichoso? Debemos educar nuestro cerebro, pues malgastar algo tan útil es una verdad tragedia. Una tragedia comparable a las de Sófocles o quizá aún peor.

Allá arriba de los ojos y detrás de nuestra frente escondemos los mayores misterios que jamás podrás descifrar ni contar en toda tu vida, con más de cien trillones de conexiones neuronales, es decir, 100.000.000.000.000.000.000 de conexiones, cuando la edad del universo no alcanza ni al medio trillón de segundos. 

Pero aún así, nuestros ojos no pueden vislumbrar tal perfección y prefieren descansar sobre el burdo tópico, ese "nadie es perfecto", miren adentro, den una vuelta de 180º a sus propios ojos y afirmen con total consciencia que todos y cada uno de nosotros ¡SoMoS Perfectos!

Dejo un vídeo bastante interesante relacionado con el tema (activar subtítulos):



Moraleja 42: "Nuestro cerebro es una máquina perfecta, qué más decir de nosotros".

Gracias. Carlos García.