¿Qué egoísmo es ese que desdeña el descubrimiento del sentido más profundo de toda vida? ¿Por qué centrarse en el mero conocimiento de la vida humana?
La vida solo es parte de la vida, como un proyecto, un trazo en el papel en blanco que el cosmos en su legado sideral nos hereda.
¡Qué grandeza nos da el Universo! Inspiramos y vivimos, expiramos y lentamente morimos, ¡¿qué paradoja más bella que esa puede él entregarnos?! Más paradójico aún podría resultarnos el tino de Julio Verne al predecir hechos futuros, el bautismo de Jesús sobre las aguas del Jordán, los sermones del Tathāgata, la pintura impresionista de Monet, la espesura de la Selva Negra, el arte del Zigurat en Sumeria, las grandes montañas del Himalaya...
Tanto en tan poco, y eso que aún no he salido del ámbito planetario que no abarca más que unos cuantos continentes y un puñado de agua comparado con el nivel cósmico de la estrella Sirio, la grandeza de los agujeros negros o Antares. Tanto nos da la vida y tan poco le pedimos, simplemente un respirar, un conato, un subsistir con el que sentir lo más maravilloso que nos pueda deleitar: ese placer, ese amor, esa verdad, ese misticismo, lo cuántico, etc...
Pero la vida no es suficiente para la vida, es tan omniabarcante que no podemos ni siquiera casi mencionarla; y no nos damos cuenta de que la VIDA en mayúsculas, es Dios.
Se nos muestra y como la sentimos en lo seres queridos más sentidos se evapora, desaparece al no merecer más perpetuación del propio ser. Y no es guiño del destino ni desacuerdo de los astros, es la propia vida que ella misma puede hacerse desaparecer.
Esos ideales por los que muchos murieron no merecen vida, tan solo para vivirlos, pero ¿para qué morir en una causa perdida si se puede vivir en una causa vivida? ¿Qué sentido tiene perecer por ideologías absurdas cuando la vida ha traído al mundo personas de toda clase sin discriminación alguna?
¡Qué estupidez! esa división humana ilusoria ha de ser transcendida, olvidada. Toda separación por ego es mera ilusión, ¡Es Saṃsāra! ¡Olvídalo! ¡Olvídate! ¡La división no sirve para nada!
Toda idea o pensamiento divisorio es una trampa de la mente, la consciencia ha de sortearla con agilidad, con la misma agilidad con la que la propia mente en calma puede alcanzar la iluminación, y de repente ¡Pluff! ¡Satori!
Moraleja 37: "Toda vida es Unión, toda Unión, por ende, es Vida."
Gracias. Carlos García.