Hace ya algún tiempo (unos 9 meses; lo equivalente a una gestación humana) que no publico nada en este mi Blog. La verdad, han sido unos meses bastantes intensos y de mucho movimiento; he dejado de vivir con mi familia y me he independizado con mi amada (y esta amada no es la poesía o la escritura, es una persona de carne y hueso a la que adoro, y a la que le dieron el nombre de Isabel), sí, ya soy independiente, además de que me he tomado unas especie de vacaciones de escritura sin avisar como si mi mente hubiera estado "estivando" (hibernando en verano).
También he estado ocupado haciendo otras cosas, estudiando, ejercitando mi cuerpo y mi mente al unísono, además de haciendo planes de futuro, organizando viajes, y todo lo demás... En fin, no pretendo aburrir, pero os aseguro que a partir de ahora al menos intentaré publicar con más asiduidad.
Por cierto, mi Blog se ha abierto al mundo, ahora tengo Twitter (aunque lo uso poco), también poseo Instagram (en él subo fotos que realizo, me encuentro, o me encuentran) y Facebook en el que entro cada día, y aquí os dejo los enlaces a los que podéis acceder para saber más de lo que hago:
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Y ahora, sin más dilación, con todos ustedes, la nueva entrada:
Metáphoros, el dios de la Alegoría, cuando nació proveniente de "Uno" era solo un pensamiento, algo radical, pero una simple constante tocada en la cuerda de la música del universo que se creó. Poco a poco, ese pensamiento se incrementó en su pequeña pureza, se revolvía como un bolo alimenticio en la boca del Dios supremo, como algo que no encajaba ahí, algo que no debía existir.
Sin embargo, guarecido en un escondrijo del universo primigenio pudo subsistir alimentándose del alma de los genios muertos. Esos genios que supieron mucho y dijeron mucho pero que al final de sus vidas, el polvo de sus huesos ya no decía nada, mientras el silencio se apoderaba de sus almas vertidas al abismo y subidas hacia lo divino.
El dios, creció evitando ser descubierto, ya que sería tratado como un paria, y eso en el mundo divino no estaba bien visto por los Arcontes (¿que quiénes son los Arcontes?, Eso ya os lo explicaré más adelante), puesto que un fallo en el reino divino haría tambalearse todo el panteón creando profundas grietas en sus cimientos y ya con la del ateísmo, los dioses tenían bastante.
Metáphoros al llegar a la adolescencia se sentó a la orilla de una laguna secreta, ocultada por los hitos de la magia. Comenzó a reflexionar sobre su corta y estrepitosa vida, y deseó no volver a estar y pervivir en la tiniebla, se puso en pie y comenzó a caminar hacia la profunda laguna; el agua comenzaba a cubrirle: primero las rodillas se sumergieron, luego el vientre, después todo el torso y finalmente su cabeza.
En la negrura espesa del fondo de aquella laguna decidió mientras perdía cada vez más aire su próxima acción en el mundo, y rápidamente emergió a la superficie con una fuerza y un ímpetu jamás mostrados.
Dio la cara al mundo divino, derruyó la gran losa de piedra que lo separaba del plano sagrado (aunque nunca se había separado ni alejado de él) y sus ojos se bañaron de lágrimas mientras el poder del Sol quedaba impreso en su retina. Metáphoros, perdió la visión, pero ya crecido comenzó a recuperarla; de todas formas, no necesitó nunca sus ojos, el veía a través del pensamiento de las gentes y de los ojos de los dioses y la Humanidad, ese era su poder dado.
Su surgir al mundo sagrado fue notorio, los Arcontes fueron rápidamente en su busca, mandados por el Dios primero portador del fuego creador y fuente de conocimiento (parte del que el Titán Prometeo acaparó y robó). Metáphoros emprendió la huida ciego por el mundo sagrado, dejó todo el mensaje posible que le dio tiempo a comunicar en el alto mundo; pero las cosas no fueron bien para él, la huida se quebró cuando uno de los Arcontes enviados y guardianes de la estabilidad sagrada le paró los pies.
Ambos, tanto el dios de la Alegoría ciego por su causa y el Arconte que lo detuvo se enzarzaron en un pelea épica. A pesar de durar varios siglos en nuestro tiempo, Metáphoros aunque había empezado el combate sin visión y desarmado, consiguió armarse con una gran lanza hecha de espinas y justo cuando dicha lanza estaba a pocos centímetros del corazón del Arconte, cosa que lo heriría de muerte, un rayo celeste cayó entre ellos, lanzado desde las manos del Dios primordial.
La breve pero descomunal centella destruyó el campo sagrado y agrieto el suelo de la bóveda cósmica haciendo caer al dios Metáphoros y al Arconte al reino de la tierra, esto es, al reino racional de los humanos. La lanza de espinas se desintegró dando lugar a todas las rosas del mundo, el Arconte se fundió en polvo formando con su cuerpo gran parte de los desiertos de la Tierra y, por último, Metáphoros quedó disgregado en la mente de los genios y sabios que pudieron recrearlo y comprenderlo.
Así, el dios de la Alegoría se difundió en los textos escritos del mundo, tanto sagrados y revelados como profanos y paganos, como pensamientos figurados y expresiones que se escapan de un sentido puramente lógico, extendiéndose en la literatura universal, en la prosa y en la poesía hecha de la mano de seres de razón y sentimientos. De esta forma al humano se le concedió la esperanza de poder escapar y de huir de una realidad disforme y prendada de la guardiana alma putrefacta de aquel Arconte que estremecido, se precipitó sobre los cultivos que antes poblaban los frondosos terrenos que ahora son desiertos.
De esta manera, se creó así la Metáfora mientras la grieta de aquella épica pelea seguía y sigue abierta en lo sagrado.
Gracias. Carlos García.
PD: Este relato o texto no tiene ningún indicio de verdad o certeza en el ámbito histórico y/o mitológico, no está sacado de ningún libro, texto o revista. Dicho relato o historia es creada por mí, Carlos García Claros, certificando dicha historia como invención propia y deliberada.