miércoles, 2 de diciembre de 2009

Escritura dorada.



Escribir en oro no es malo, solo es un poco caro; claro en la escritura, ningún fallo en las costuras de este remiendo que crea la infraestructura de un tesoro. El oro te puede hacer soñar, volar a la ambición, esto va directo a tu corazón. Escapa de la traición que a veces provoca la sin razón, habla y permanece con el sentimiento universal, el Amor. El oro a conllevado, ira, furia y guerra, provocó fiebres en los siglos pasados, supervivencia y ordenes de registro terráqueas. Pero cuando se trata de escribir con él, se convierte en un utensilio, en pertrechos contra la ausencia de luz, contra la abversidad más oscura. La escritura, si es escrita en oro hace falta limpiarla temporalmente, para que las películas de polvo no se acumulen y la escritura de la cual hablamos no caiga en el olvido de la memoria. El oro y los ojos de la verdad tienen el mismo aspecto, el mismo brillo que se te clava en la retina por siempre. Cada día estoy más seguro de ello, nuestra percepción de la verdad es cada día más incierta, más errónea, más inexacta y más desacertada; algunas personas te miran con altivez y pronuncian sentencias que a estas alturas no encajan con las piezas del puzle de nuestra propia existencia. A cada espera y cada paso te aguarda una banalidad, una vanidad más de la bolsa de las estupideces, donde proliferan las jactancias. El amor y la mirada dorada de la verdad siempre de algún modo acaban juntos brindando copas etéreas de champán sideral. Siempre se esconden sentimientos desechables en el interior de la búrbujas efímeras dentro de las copas dimensionales. Hay personas que leen mis textos y luego preguntan y desmienten lo que mi sabiduría tutela; cuando lo que mi sabiduría mantiene en eterna vigilia a veces no es más que lo que me muestran éstas mismas. Me dijeron que mostrara más seriedad, que ordenara mi mente y dejara a un lado las "locuras", las alejé de mí, gran error. No mostraría seriedad ya que camuflaría y enmascaría la estupidez que esconde la muchedumbre; ni ordenaría mi mente ya que si apenas la uso, solo para cálculos y operaciones complejas, prefiero que las termitas del alma se alimenten de ella como si de merienda de verano se tratara; y respecto a las "locuras", intento volver a retomarlas y volver a releer esos archivos perdidos en el baúl de la memoria, con escrituras doradas.

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Gracias. Carlos García Claros.

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