domingo, 10 de enero de 2010

Amada mía.


Escribo para desatar una barbarie, para crear seísmos y tsunamis dentro de tu ser. En estos tiempos en que la palabra "masacre" no significa más que "esperanza" y una "pluma" no más que un "papel". Crearía un Taj Mahal por belleza, sinceramente por ella; si, por mí amada, la que me hace volar con las hadas y dormir entre duendes, la que me hace despertar con las mariposas y vivir plácidamente. Ella me hace sentir el corazón cada vez más fuerte y no la mente, evidentemente en el amor solo existen los engranajes que se encuentran detrás de las costillas y que cada aliento que vaya a los dos pulmones sea por los dos. Como ya dije a un ente que deslumbraba con su luz, "hay flores que nunca se marchitan", son inmortales y divinas como mismas. Limaré de por vida los barrotes que me impiden verte, no estoy en una cárcel, pero no te veo y eso es suficiente para estar y sentirme preso. Quisiera verte cada mañana, tenerte, asi podría alegrar mi corazón el cual en varios momentos a sido acribillado por las balas que son disparadas por la pistola de la marca desamor. Eres la esencia que aclara mis pesadillas convirtiéndolos en bonitos sueños celestiales, la que calma mi agua turbia y apacigua mis penas. Quiero compartir el agua del cáliz de la gloria contigo, sentirte junto a mí, oler tu perfume y saber que tu amor no me consume. Irrádiame con tu voz, sabes que quisiera oírla en todo momento, haz que mi vida no sea un lamento, quiero vivir junto a ti, acompañarte en tus infortunios y en tus alegrías, siempre. Esos son todos mis sentimientos. Ahora puedo decirte...
Te amo.

Gracias. Carlos García Claros.

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