viernes, 5 de marzo de 2010

Infinito inaudito.


El infinito, cuántas veces hemos oido hablar de él, lo lejano en la distancia, el sobrepasar de los límites de nuestra mente, lo más lejano de nuestra imaginación, donde queremos llegar y sentir la experiencia de que nuestra existencia está arraigada en este mismo. Nuestros sueños de dormitares pasados y remotos en lo ignoto de la memoria anhelan con gran esperanza llegar al infinito aún, los cuales han recorrido distancias inimaginables para la propia razón humana pero que en semejanza con lo eterno del cosmos y el vacío de este, no es más que una millonésima parte del trayecto de aquí a lo desconocido. Sentimos la distancia incalculable cuando desde la ventana de nuestra hubicación física y terrenal observamos con firmeza una estrella perdida en el cosmos, la cual ha vivido largo tiempo en nuestro cielo pero que a la vez su presencia es hipotética en el pasar de los días; sentimos que estamos inmersos en una realidad ilusoria que se encuentra a una distancia ilimitada e inconmensurable. El infinito se encuentra en nuestra cercanía en todas partes, ya que lo más cercano a nosotros es la propia longitud eterna para la interminable distancia a lo indefinido, al propio inaudito infinito. Lo perenne solo se halla en nuestra visión irreal de algo que es tan grande como se quiere, tan inmenso que ni la propia medida del universo lo puede determinar; no empieza porque ya es antes del comienzo y no acaba porque será después del terminar, no hay principio y no hay fin, solo hay la existencia de este mismo como la propia ciencia de estudiar lo inagotable. Lo innumerable no es palpable por el ser humano, nadie a tenido innumerables riquezas o incontables ideas por enormes y abundantes que sean las mismas. Nadie conoce algo más que lo ingente o su opuesto, a no ser que pueda llegar a percibir cosas que los adyacentes del mismo no puedan ni llegar a vislumbrar. Entonces lo que debería hacer el individuo que vé más allá, es aportar una descripción a los que su vista les juega una mala pasada y no pueden llegar a divisar el horizonte que tienen delante de su propia vista o más bien enseñarles a cada uno de ellos como poder llegar a discernir su propia panorámica sobre todo lo que les rodea. Lo inmenso es como la aureola que nunca llegarás a tener pero que algún día por la bondad y la muestra de dádiva de tus actos podrás con gran esfuerzo conseguir y portarás tal preciado objeto. Para finalizar este texto sobre lo inextinguible, seré escueto, breve y conciso; el infinito inaudito es algo que llegaremos a tocar y sentir cuando estemos preparados para ello, te espero.

Esas dos últimas palabras quieren decir que te haré señales desde allá para que puedas alcanzar tal hábitat natural.

Gracias. Carlos García Claros.

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