A partir de varias situaciones incómodas y a la vez confortables en mi vida he llegado a una conclusión, el odio hoy en día es más puro que el amor que se predica. Cuando tu odias a alguien lo odias con todo el rencor hipócrita acumulado en tu mente, pero cuando amas a alguien te paras a pensar y te cuestionas hasta que punto amas a este sujeto; todo viene dado por la falsa enseñanza que siempre nos han mostrado del amor. Al principio el amor era un diamante en bruto que había que pulir, eso es falso, el amor verdadero es puro sea en bruto o ofrecido pulido en una caja de terciopelo. Para amar tienes que amarte, si no te amas ¿Cómo puedes amar a otra persona que no eres tu?, El amor solo se guarda en un almacén puro y sin patógenos, y esa alacena se llama corazón, el cual roza todos los acordes en concordancia con la concordia, no existe mal alguno dentro de ese rincón divino. Solo ablamos con él cuando nos interesa, pero al saber que es por interés todo cambia y se redirige todos esos sentimientos a la sucia mente, creadora de castillos de retahílas falsas, conjunto de planes sin cumplir, grupo de ideas egoístas e injustas, el palacio del odio puro, hay dentro no existe ningún sistema, ni Capitalista ni Comunista, ahí solo está el grandioso dictador llamado Ego, brinda a los demás mal y bebe de la copa del mal de los demás. El odio es puro, no me refiero que sea bueno, claramente solo está para reciclarlo y sacarle el verdadero jugo, y ese jugo es la sabiduría y el amor que te aporta verdaderamente la persona a la cual odias o la cual te odia; todo es tan oscuro que cuando nos encienden una luz muy potente como la del amor puro nos ciega, y preferimos aferrarnos al amor impuro de la mente, y ese amor impuro solo trae malicia e incoherencia moral. Siempre debemos de tener en cuenta que ese amor incondicional mútuo y puro existe, sino preguntadle a mi Yo, lo conoce muy bien pero no llega a entenderlo del todo, es mi credo, son mis bendiciones, es mi gesto de gratitud y mis principios, aunque a veces todo caiga en una maraña de tinieblas y se confunda con éstas mismas, y os lo digo es mucho mejor Amar que odiar, pero para amar, primero amáte a ti mismo sin llegar al más iluso egocentrísmo.
Gracias. Carlos García Claros.
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