martes, 2 de agosto de 2011
Vida entre mis manos.
Vida, te quiero definir, quiero mostrarte lo que para mi significas. Vivir, caminar y respirar, amar y sentir, soñar y expresar. Cuatro letras, al igual que la palabra “todo”, algo que todo lo abarca, lo que ves, piensas y percibes, eso es tu vida. ¿Qué ves? ¿Qué es la vida? A veces buena o mala, cierta e incierta pero siempre estará contigo hasta que tu no estés con ella. La vida no la creo ni defino yo en realidad, ni siquiera la humanidad, no decidimos sobre la vida animal ni vegetal, podemos incidir en ella pero no decidir por ella. Vivimos bajo algo que procede de una fuente de poder oscura, algo que nos mata y que incluso nos mueve a ser lo que somos, una corriente que controla nuestros pensamientos, que decimos, que escribimos y que decisiones tomamos. Ningún hombre puede decir que es la vida ni tampoco saber su sentido, pero ¿Cómo es que no lo sabe? Si ese hombre está viviendo, lo debería saber como vida que tiene entre sus manos y estrecha en su corazón. Qué pregunta debemos hacernos, nadie puede decirnos cómo y de qué manera vivir, como ganar ni como perder, debido a que cada uno es independiente y de por sí en su psique está grabado su forma de vivir. La vida del hombre junto con el hombre es libre, siempre que se consciente de su independencia y de que a su vez está conectado con todo, biológicamente y químicamente. El problema es la diferencia entre unos y otros en el nacimiento y de que manera afecta directamente a todas las personas, por causa de factores que la humanidad o las propias fuerzas del mal han impuesto con sus normas y directrices, que solo crean diferencias abisales en el modo de vivir de las personas. La vida la perfila el universo con su magia y su energía, ya que éste en su inicio creó la vida con la palabra, y la palabra es su acción, nosotros somos su creación, somos su historia, su palabra nada más que significa conexión y comunicación, somos fragmentos de él y pegados a él, y nada ni nadie nos puede separar del universo que nos creó y de su vida y de su muerte.
Gracias. Carlos García Claros.
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