miércoles, 21 de noviembre de 2012
Encuentros con Cloto (Κλωθώ)
Quizás no entienda las razones de algún que otro ser humano, ya que de por sí rehuso de hacer esfuerzos por entenderlo. Con el huso de Cloto topé, una miríada de hilos encontré que curó mi alma con la risa que salió de mis entrañas. Me vi queriendo a alguien que acosada por las seducciones de otro al que ignoraba, veía gusto en el disgusto de un par de almas ya emparejadas. No quise tampoco entender nada mientras aquella legendaria rueca daba otra vuelta, el hilo se ceñía a los demás, al mismo tiempo que mi "yo" entre lo claro y lo dubitante discernía un agrio rencor ínfimo e inefable. No puedo hacer nada cuando entes del mito controlan mi presente, mi pasado y mi futuro; pero si que puedo separar lo puro de lo impuro, corruptible y falso.
Cuando el hilo de la esperanza se corrompe, no hay Moira (Μοῖραι) que lo toque, se rompe solo como el llorar de un niño que no encuentra su juguete. ¿Habré perdido mi juguete? ¿O espero una oportunidad para salir achezando "entre el centeno" a cual Goethe?
El dolor a veces hunde las raíces en el recuerdo haciendo relucir lo que ningún valor tiene, pues el algodón con el que está hecho el hilo de nuestra vida alterna su claridad conforme aparecen o desaparecen las heridas y brechas que padece nuestro ser. Se crean situaciones imposibles en esta conjunción constante que no demora ni pierde el tiempo en preguntar sobre nuestro estado anímico. Solo se dedica a hacernos párvulas muecas mímicas de lo que nos espera; pero todo ello sin hacer textos ni proyectos, todo depende enteramente del directo.
Cloto juega con el hilo que acompaña a su silueta sinuosa que nos persuade para pensar que vivimos asentados en la seguridad, una salvaguarda falsa que cae por su propio peso, ya que aquí brindan por nosotros el azar y la inseguridad. A su salud.
Moraleja 26: "El hilo de la vida es delgado pero fuerte, así como la rueca que lo enreda que cuanto más veces lo enrolla más misteriosa se convierte".
Gracias. Carlos García.
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