Pasiones Disyuntivas.
¿A quién deseo? Mi corazón puede preguntarse, y como un pre-adolescente que desea engarzarse con cualquiera mi ser ahora pudiera hallarse. ¿Por quién mi deseo anhela un reencuentro? ¿Deseo algo, o a alguien? Quizás busque el amor verdadero que vence sobre los demás caducos y perecederos. Pero todos los amores que uno experimenta se toman como verdaderos al principio y en ese rotundo instante, realmente lo son.
En este caso la pregunta es distinta ¿qué ocurre cuando se siente tanto? Un poder que congratula con magnificencia el alma que borra sus antiguos llantos. No hay respuesta, solo la suposición del tiempo la tiene, pero ¿a qué espera el tiempo para dármela?
Quiero y me quieren, amo pero no me aman, doy cariño y lo recibo, entrego afecto mas no recibo. Puedo querer a una personalidad inestable que se tambalea entre los tumbos de una vida no merecida, o amar a una personalidad fuerte pues rebosa fuerza de profundidad, una entidad inabarcable, un alma sabia y vieja en un cuerpo ignorante y joven que me deleita con sus suaves caricias y sus miradas que lograr atravesar este sentir por ella mío.
Nadie, ni si quiera las personas que más tengas en estima, podrán darte nada por muy laudables que tus obras sean, pero te darás cuenta que un abrazo es un abrazo y todo lo demás son sandeces inservibles. Si he de decidir ahora no sabría escoger, no peco de vanidoso ni de vanagloria, solo en mi sentir hay una gran masa informe que no ha pintado ningún rostro en el óleo de mi perpetuo pensamiento.
La pasión arrolladora es imparable, solo una negación total y rotunda podría romper su bélico avance. Pocos aceptan con calma un no, ya que puede destruir pasiones en fracciones de segundo, pero lo beneficioso de ello en mi situación disyuntiva es que corta uno de los dos términos de dicha disyunción obteniendo una solución grata; el remedio de la lógica del amor, sí o no, sigues siendo vencedor.
Pasiones Excluidas.
Un chasco del destino cortó mi tez que escarmentada no lograba sentir nada. No tuve palabra que decir al abandono, puesto que el que abandonaba era yo.
¿Para qué dirigir palabras de ánimo cuando todo ya se ha perdido como la antigua Pompeya? Pero yo no pierdo nada, solo ese destino al que nunca alcanzo a asir aunque esté tan próximo a mí. ¿Qué pierdo yo si mi destino se evacua? Solo experiencias ahora imposibles que jamás nacerán si el destino perdió esta batalla.
Excluyo para no tener cargas a mi espalda, o quizás me excluyen a mí que no es mala razón para esta sátira. Al contrario que el mundo yo sí sé aceptar un “no”, aunque salga de aspereza y asaeteado. Mi corazón por dos lados estaba asediado y estas pasiones malnutridas no daban más que olor a pútrido.
Quizás no ame ya más a esa profundidad, pues de mi ojo por cierto absurdo enojo cayó una lágrima. Pero en mí a pesar de todo, la tristeza no ha hallado cobijo, aunque en un enorme canto mi mente grite: “Beatus ille que lejos de dilemas pasionales permanece, y sigue respirando de la existencia sin altercados semejantes”.
El fuego se ha apagado pero tal vez yo no necesitaba de su calor, debido a que mi corazón sigue latiendo sin necesidad de resquemor. ¿Y qué es amor? No pienso definirlo, ya que no quiero mentirlo ni falsearlo, pero algo queda claro sobre este púlpito, que amor sin pasión es vacuo. Pero la pasión es frágil como esa llama que requiere de gas para subsistir, como ese vientre hambriento que necesita alimento para así sobrevivir.
No me diezmará estos desenlaces, el fénix me enseñó el arte del resurgimiento, esa ave legendaria que no es más que en mí, experiencia diaria. No hay camino que conduzca a alguna parte, pero sí senderos en ecos del destino que van de aquí a cualquier parte.
Moraleja 31: "Las pasiones son fuertes pero a la vez frágiles, es como una llama; si es muy grande no la podrás controlar, pero si es muy pequeña, morirá".
Gracias. Carlos García.
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