viernes, 2 de enero de 2015

Hielo, nacimiento de sus manos.


Las manos frías como el alma del hielo que en lo profundo nacido de ellas fue. Lo frío nació de sus huellas, de esas manos de carne que de escarcha se presentan. Los carámbanos del norte eran los dedos de sus manos y la línea de la vida un copo geometricamente perfecto. Ni el más duro e intenso calor del cosmos pudo derretir tanto cristal, pues la materia de esas manos eran sangre universal. Imperturbables y quietas formas orgánicas, dadoras de calor tenue con el tiempo, dando forma al respirar que uno pudiera sentir al salir o al entrar en su entorno.  

Alejamiento

Aquella palma que tocaba piel ajena convertía en nieve el verano y en tormenta la verbena. Su piel enamoraba a cualquiera, fuera quien fuera, pues tan gélida se mostraba que no había quien se inmutara ante tanta excelencia dada. Aquellas manos que escribían versos con el blanco de las altas cumbres y que luego se enterraban en los lagos de estrellas más súbitas del universo, son las que hacen sentir protegido al corazón que las anhela. 

Patrullaje

La frialdad rompía el espacio y el tiempo, porque experiencia a experiencia brotaba aquella niebla que embelesaba mis sentidos; lo traspersonal se alcanzaba, no había diferencia de sujetos, aquellos glaciales por manos no tocaban solo la piel, sino el corazón. 

Acercamiento

Mis latidos se intercalan con esa píldora hecha de granizo que agranda el temple y hace desaparecer mi nerviosismo; y es que, el amor es medida por más medida y unas manos amigas no son extrañas aunque frías sean, por cuanto más se adentran en mis entrañas.

Adentramiento

Sus manos tocan mi núcleo, lo manejan a su antojo, como si su llave abriera mi cerrojo.

Unión

Carlos García Claros

PD: Humildemente dedicado a una persona especial, cuyas manos son dos témpanos y que amo de principio a fin.

Click aquí para ver el texto de ella.

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