sábado, 12 de junio de 2010

El Inquisidor.


Se encuentra en lo etéreo, sus manos hacen de armas, no se sirve de adargas o alabarda, su propia magia es la que controla, la que manipula, la que perfora. Lo que hace de la flora las tinieblas, su oficio es cortar almas, utilizarlas, escogerlas al azar, lanzarlas al abismo y allí controlarlas. Pero el azar no es el que hace a las almas entrar en su jugar, todo bien le atrae, todo amor, roda verdad; como una chispa en el inframundo que el acude a apagar. Toda luz le ciega porque lleva una infinidad en la oscuridad, el inquisidor es simplemente un pensador, que vio que quería pensar demasiado y todos sus pensamientos se han acumulado y aumentado de tamaño como una inmensa esfera de cochambre arrastrada por un escarabajo sideral, como si del sol se tratara, como los antiguos egipcios relataban. Tantos pensamientos hundieron la tierra a su pisar, allí donde pasaba no solo moría todo ser vivo, también su estado era derrumbado y demolido, por sus sólidos pensamientos. Sus lamentos y alegrías, sus éxitos y fracasos, sus crisis y deslices, eran arropados y luego asfixiados por su pensar. No solo fragmenta almas también subraya aspectos de la conciencia, pretextos, quejas y odios, nunca marca efectos positivos, desprecia todo afecto. El se cree perfecto, tiene poderes, creador de elipsis, destruye los marcos de las ventanas de tu alma, pero los cambia por otros más simples y preciosos a la vez, pero esa no es la causa por la que describo a este ente, el problema es lo que te enseña al mirar tras el cristal de los ventanales de tu alma. Lo que antes era un río que tenía como cante el chocar de aguas contra las piedras de su cauce, ahora es vacío, el suelo del prado del alma es la parte superior de la cúpula de la mente, que a sido despoblada por este juez sin ley, la tierra ya es casi estéril, seca y cuarteada, y pronto se quebrantará, los guijarros caerán a la mente y allí se estancarán. Los cimientos del templo de tu amar se agrietarán, debes mantenerte fuerte, ahora no sirve estado contemplativo alguno, tienes que actuar sino quieres ser un muerto en vida sin más. Los guerreros de tu corazón tendrán que escalar por los salvoconductos sagrados, energía de compasión que asciende hasta más allá del aire de la conciencia para luego estallar como lluvia, fertilizar la tierra de tus entrañas, crear flores, árboles y vida en el alma; con eso el inquisidor perderá fuerza hasta desaparecer, al fin y al cabo marcharse. La vista desde el atalaya que asciende desde el gran domo de la mente, ahora es totalmente diferente, corren y se divierten como niños las nuevas experiencias, la vitalidad se ha abierto paso en estampida hasta llamar a la puerta de tu corazón, para dar las gracias a los guerreros que te han ayudado en la lucha. Todo es pensamiento, sentimiento y actuar, vive el silencio, ama las flores que has plantado después de ver tu tierra en un estado quebrado y yermo, respira y sigue en tu camino, en el camino.

Gracias. Carlos García Claros.

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