domingo, 30 de enero de 2011
La enseñanza del Loto, lo que le debo al Zen.
La vida búdica, la filosofía oriental de incalculable sabiduría, la relajación total de la mente “activa”, el no-ser. Si lo entiendes, ni abrirás ni cerrarás la boca, si no lo entiendes ni cerrarás ni abrirás la boca, si estás con el bien andas en el camino equivocado, si sigues al mal estás igualmente confuso. Si el amor es tu religión, si eres un “hippie” o un pacifista estás mal encaminado y si no crees en el amor, eres políticamente conservador o un “fascista” tampoco sabes por donde vas. No es ni complejo ni simple, ni es un camino de rosas ni un rompecabezas. Si alguna vez lees esto, debes tener en cuenta que las raíces del Buda penetran en el campo de tu ser y exterminan toda cosa que se halle de un lado o del otro. Sin embargo, si amas, si besas, odias o criticas, esta corriente de espiritualidad te invita a que lo hagas intensamente, no te prohíbe porque te deja hacerlo todo y hacer nada, pero si ejecutas una acción, todo tu ser, tus pensamientos y todo lo que te compone debe ir con ésta. El loto es la beatitud, todo el destino, el camino medio, lo correcto y lo incorrecto, el fallo y el acierto. Lava tus platos después de comer y en su limpieza y blancura quédate vacío, sin nada, sólo sécate las manos, flota en la vacuidad del sentido. No caigas en el error, ni un lado ni otro te aportaran nada, ni bueno ni malo sirve, ni gentil ni hostil tampoco. Lo que tú sientas ahora quizás te haga feliz, tal vez tu situación sentimental o de trabajo te llene, pero eso no es nada comparado con lo que la flor de loto te puede mostrar. Solo con meter el pie en el charco ya está el zapato mojado, ya tienes el mérito, ya tienes el poder del no-poder, tu mente se hallará repleta de pensamientos impensados. No busques lejos, eso en sí es una vergüenza, una desgracia, es quejarte de que tu estómago ruge por hambre y estar frente a fuentes y platos llenos de exquisita comida, mira dentro de ti, quizás habrá barro, pero sabes a la perfección que en el lodo crece el loto.
Gracias. Carlos García Claros.
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