martes, 11 de enero de 2011

Año nuevo, vida nueva.


Siempre se desea un próspero año nuevo, pero a veces queda como una simple frase más por motivo de compromiso en estas circunstancias. Un año es un ciclo con 365 razones por las que seguir viviendo y bebiendo de la dicha que la propia vida en sí misma nos aporta. En los días de tristeza que escapan de esta nueva fuente de energía, siempre tendrás amor y sabrás que en tu corazón se haya la verdad con solo darte cuenta de tu respirar. Paso a paso, día tras día el año se agotará, no te preocupes, es un sencillo proceso natural que eleva tu alma hacia el progreso, por la escalera de las mil experiencias de divinidad. Muchas vivencias obtendrás, buenas y malas, no hay problema, es normal. Cuando sientas que en lo más profundo de tu ser hay una luz, ahí estará Dios, estará el universo en ti, entonces cada momento tú serás, a cada instante tú estarás, cada segundo de este año nuevo un milagro para ti será. En todos los meses habrá un rito, donde el amor y la verdad con Dios y la vida un pacto harán para que en tu corazón, en tu mente y en tu alma more tranquilamente la felicidad. 2011, un año más, una arruga nueva que jamás te sentará mal, cuatro trimestres que tu belleza realzarán, pues en lo intrínseco no hay edad. Cuando saborees el nuevo tiempo, no habrá en tu garganta palabra alguna que defina a la existencia tu eterna gratitud. Si tu conciencia en éste año florece como la más bella rosa, serás huésped en la casa de la beatitud. Maravillosa gama de situaciones que este nuevo año te entrega, preciosa selva de circunstancias que serán recibidas amablemente como baldosa en el camino de tu vida. La esencia que te envuelve como a un niño en su cuna es el significado de la naturalidad de la gran rueda que lo mueve todo, como hilos de un enorme telar somos, que desde aquí brinda y ahora el disfrute del latir disciplinado de tu ser interior. Aunque solo signifique dar una vuelta cósmica alrededor del Sol a todos os digo con amor, cariño, afecto y vitalidad, feliz 2011, de verdad.

Gracias. Carlos García Claros.

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