Me he sentido advertido por otro de un sentimiento pobre, unos celos incoherentes, yo por suerte no los sentía pero sí los provocaba, como si de un juicio el criminal por descarte fuera yo. Yo no robo almas engarzadas a menos de que a mí se entreguen, no destruyo, por ello creo.
Los celos no son más que un falso reflejo que subraya una nefaria propiedad sobre un ser a causa de un sentimiento que jamás se ha mostrado. Pueden mermar a los manipuladores (esos Absorbe-mentes) si encuentran el modo, pero en realidad no sirven para nada más que acrecentar la sospecha y alimentar la desconfianza hacia el ser que presuntamente es amado o querido.
Los seres amantes confundidos desean celos por sí mismos pues lo toman como razón de amor, cariño y afecto, y a tal efecto no es más que la burda cosificación de la persona que lo sufre y a interior lágrima viva llora su descontento y la asfixia de su libertad. La persona se convierte en propiedad, en un simple objeto y utensilio del celoso o celosa que osa levantar el hacha de su inferencia hacia el otro.
Un simple gesto insignificante y sin importancia para muchos puede alzar este sentir creído de apabullante que se sigue con el lema "lo mío es mío" haciendo al alma una simple moneda de cambio y pertenencia.
Demostrado queda, pues diseccionando los celos me hallo, que este absurdo sentir de bajo rango en nada se parece al amor. El problema son esos espíritus perdidos y furiosos, que se esfuerzan en seguir teniéndolo como amigo, en vez de desterrarlo del ser para siempre.
Hace ya tiempo que paré la música de ese baile de los celos que no llevaba a ninguna parte, a parte de a tediosas discusiones que aún se escuchan en esa pasada, y por ende, pesada monotonía del tiempo.
¿De qué sirve molestarse de algo, alguien en este caso, que realmente no te pertenece por el mero hecho de tratarse de un ser humano? Ciertamente, de nada en absoluto, las acciones están hechas y las palabras, por suerte, están dichas.
Moraleja 33: "Es mejor desdeñar esos sucedáneos sentimientos que nos afectan e ir directamente a ese sentimiento original que en su regazo nos embauca".
Gracias. Carlos García.
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