martes, 23 de abril de 2013

Viaje a unas Estrellas Mellizas


Si mi búsqueda acabara, al fin y al cabo solo una pausa sería, pues al encontrar aguardo un sentir que palpar y experimentar. Encontraré, cuando mis ojos certeros se fijen en esas estrellas mellizas de la figura del destino que me espera, esas estrellas que bien describía Unamuno en la Niebla de su dulce prosa*.

Unos ojos que de verdad puedan enseñarme a ser yo un aprendiz y aferrarme al olvido rotundo y total de lo pasado en mi cuerpo en cicatriz; que mi corazón dejó como un estéril páramo, pues la daga destructiva del querer dañar se clavó en ese pequeño oasis que el desierto de mí amar con acierto poseía.

No podría preguntarme por la portadora de ese par de luceros brillantes, podría suponerlo o intuirlo, de hecho, lo intuyo y con ello lo afirmo. Pero la espada de este mi sentir corta esos aceros que yo en mi forja deseo, pero que verdaderamente no quiero.

Mi alquimia en otras vidas se perdió, y aunque me gustaría transformar mi percepción y ver el plomo como reluciente oro, no puedo, puesto que mi corazón trucar no me es posible. Siento pena por tener que rechazar, me toca decir “no” y echar esa agua mustia y fría de la desesperanza sobre el tímido fuego de la pasión jamás nunca mostrada.

Viajo constantemente a mi destino, a mí sino que me muestra una senda hacia lo que no es conocido, hacia aquello que habita en la espesura maleza futura del tiempo no perdido. A pesar de no alcanzar a ver al ser mío que vive al final de ese viaje, sé con certeza que llegaré a ver esas estrellas que en la oscuridad iluminan todo el camino, desde el primer paso hasta el último suspiro.

No podría ver esas estrellas en alguien que realmente no las lleve, sería como afirmar la luz en las tinieblas o ver la sequedad en una gota de rocío; un absurdo imposible que a menos de que a mí mismo me engañe en una demencia artificial paranoide (cosa que no haré), podría ver.

Viajo hacia allá y las encuentro en este instante, no tengo nada que decir ante ellas, esas estrellas hablan por sí solas, hablan hasta por mí, ahora.

Moraleja 34: "Un viaje es breve, puesto que aunque des muchos pasos, todos cuentan como uno solo".


*Nota del Autor (es decir, yo): Para crear este texto, me inspiré en una frase que Miguel de Unamuno (el escritor y filósofo español) dejó plasmada en su obra Niebla (la cual recomiendo a todo el mundo). Dicha frase que pertenece al según capítulo de la novela (o Nívola como él expresaba) decía textualmente "Me habían llevado allí sus ojos, sus ojos, que son refulgentes estrellas mellizas en la nebulosa de mi mundo". Una frase que rebosa estética en conjunción con los objetos siderales ideales.

Gracias. Carlos García.

No hay comentarios:

Publicar un comentario