sábado, 11 de septiembre de 2010
Amor en lo lejano, Amor humano.
La lejanía se puede tomar como un problema, pero solo cuando tu corazón es frío la distancia se alarga, en cambio, un mar se puede convertir en una simple gota y los continentes en una pequeña porción de tierra de un jardín urbano si tu corazón es impetuoso y vive como el fuego quema la buena leña. Los sentimientos tejen la realidad y depende de la calidad de ellos lo lejano pasa a ser lo cercano o lo lejano llega a ser lo infinito. La realidad en el amor no se ha de tener en cuenta mientras dos corazones sigan latiendo y la sangre siga siendo distribuida por ambos seres. La lejanía es como el tiempo, solo comparando la distancia de una punta a otra del universo con la de tu amor puedes sentir las caricias y sonrisas, al igual, que un niño de corta edad puede ver un año como mucho tiempo y un anciano ve veinte años como casi nada. Dos lugares distintos pueden ser el mismo siempre que sentimientos cariñosos los unan, como un par de piezas de un rompecabezas que encajan a la perfección. El cambio de hora o estación no es un impedimento, sigue siendo parte del tiempo, amar en la distancia puede ser complicado porque dicho amor puede acabar caducado, si el sentir no es renovado como el agua de una pecera, los peces que están dentro de ella y por tanto los sentimientos que se encuentran dentro del corazón del que ama acaban muriendo por falta de limpieza y sustento afectivo. El amor puede llegar a viajar por encima de las nubes y por debajo del mar, entre una sopa de letras y una gran cantidad de ideas de poetas. Si sientes algo fuerte, los brazos del amor no distarán el ansia, puedo contarte una ventaja, el apego no te llamará a pedradas a tu ventana. Si amas mucho, empezarás a amar los kilómetros que te separan de tu amor, luego apreciarás cada paso que das porque todo parece tan corto ante tan gran distancia. Todo amor que es depositado en lo alejado tiene que tener un ímpetu distinto a todos los demás, tiene que resistir tormentas, vientos y tempestades a veces cruzar océanos, tundras y taigas, y siempre con fuerza para que ese amor no caiga. El ser humano en cualquier momento puede sentir un amor que se aleje de sus posibilidades, amar a ángeles y a deidades, todo puede ser posible porque el amor no tiene horizontes, no tiene límites, llega desde lo más interior de un ser a lo más distante de un alma. El amor es capaz de tocar las estrellas, crear constelaciones, admirar galaxias y viajar de universo en universo buscando un lugar donde poder instalarse y crecer, al igual que una semilla que germina cuando cae en la tierra y de agua y luz necesita para vivir. Cuando el contacto físico llega a ser tan limitado como para no existir, es complejo poder dar y recibir un beso, compartir energías, abrazar una ternura y hacer del amor una cura. En ocasiones la mejor terapia es esperar, pero la espera puede ser amarga como ver el trabajo hecho ser destruido. Con mimo la planta crece y se convierte en árbol, las ramas de tu amor dado alcanzarán los cielos y sus raíces se adentrarán en la tierra siendo consciente de tus pisadas. El núcleo de tu latir debe ser fuerte o sino se romperá como el más sutil de los cristales, no confíes tu afecto a amuletos ni a talismanes, recuerda que tienes uno que vibra y late. La distancia es solo un pensamiento que quiere acompañarte en los más pésimos momentos, pues siempre estará junto a ti esperando a que le muestres tu espalda para traicionarte, para que dejes de sentir, es lo peor, pues llegarás a pensar que no tienes motivos por los que existir. Experiencias con las que tendrás que convivir te ayudarán a resistir el peso de la realidad ante tu mirada a los ojos de la verdad. Expresa lo que se mueve en tu interior desde lo que adoras hasta lo que desprecias, lo que quieres, lo que te desgasta y lo que te consume. Practicarás tu querencia para tener un amor invulnerable e indestructible entonces en ese caso podrás ver lo invisible, lo que cambia de frecuencia en el dial de la realidad. Siempre con amor es posible, nunca se ha de olvidar.
No se si se han percatado de que este texto está básicamente narrado como si otra persona me estuviera escuchando en primera persona mientras lo leo. Lo he creado en este sentido ya que este escrito está dedicado a todas las personas que tienen un amor en la lejanía y especialmente a una de esas luces que brillan con solo una sonrisa, un pequeño sol que resplandece en el cielo de mi vital viaje y me ilumina. Una masa oceánica que no es más que un pequeño charco divide nuestra pasión en dos mitades como el espacio que separa una botella de su contenido, pero con complacencia y suavidad sentimental se construye nuestro nido espiritual. No se puede decir más cuando los sentimientos no te dejan hablar porque son demasiados, porque, Te quiero.
6.815,25 km.
Gracias. Carlos García Claros.
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